Si nos ponemos a pensar en los gimnasios que había hace unos años y los que hay ahora, veremos que el número se ha visto incrementado considerablemente. Ello obedece, por supuesto, a la demanda cada vez mayor por parte de gente preocupada por su aspecto físico, por el fitness y el culturismo.
Esto beneficia al consumidor medio, el cual tendrá más gimnasios a su disposición y, por lo tanto, mayores posibilidades de quedar satisfecho. Además de, probablemente, precios cada vez más competitivos.
Pretendemos con este artículo que el lector considere si podría estar obteniendo un gimnasio algo mejor por la mensualidad que paga.
Si alguien nos preguntara si «el gimnasio al que vamos está bien», seguramente añadiríamos a nuestra respuesta las razones que damos para valorarlo. Un gimnasio puede ser estupendo para una persona o un cuchitril para otra, ya que entran en juego además de los gustos, un sinfín de factores. Un gimnasio mayoritariamente orientado al culturismo puede no ser bueno para clientes que solo quieren adelgazar.
Al final de cada factor, encontrarás tres posibles respuestas. Elige la que mejor describa tu gimnasio y ve sumándolas para decidir al final si tu gimnasio es adecuado para ti.
Precio
Un gimnasio de 60€ puede ser barato y otro de 20€ ser caro. Todo depende de si lo que ofrece está a la altura de lo que cuesta. Date una vuelta por otros gimnasios para comprobar sus precios y lo que ofrecen y así decidir si podrías estar obteniendo algo mejor por tu dinero.
Un tema incomprensible es el de la «matrícula» o «gastos de mantenimiento». Por lo visto el papeleo que lleva apuntarse a un gimnasio cuesta unos 30€, como si se tratase de una gestoría. Sería tranquilizante que alguien pudiese explicar en concepto a qué se debe pagar doble el primer mes (cuando lo realmente normal sería que el gimnasio tratara de captar clientes). Supongo que se debe a que la mayoría de dueños ofrece la posibilidad de no pagar matrícula si se abonan tres meses (o seis, en algunos sitios). De este modo, se aseguran de que alguien pague por algo que aún no ha usado la friolera de 90 días por adelantado. El concepto de «matrícula», en honor a la decencia, debería desaparecer.
El otro concepto alucinante es el de «gastos de mantenimiento». En cierto lugar, tras volver de un espacio de dos meses sin entrenar, pretendían cobrarme un 50% de cada mes en concepto de «gastos de mantenimiento». Es decir, por el desgaste de las instalaciones que se había originado en ese tiempo y por otros clientes, no por mí. La otra opción era volver a pagar matrícula. No hace falta decir que jamás regresé. En honor a la verdad, debo decir que solo he visto esta última práctica en dos centros. Afortunadamente.
A) Es caro, pero vale la pena.
B) Cuesta lo mismo que cualquier gimnasio.
C) Por lo que pago, no puedo pedir más.
Grandes cadenas
Algunas cadenas de gimnasios permiten, con la mensualidad, acudir a cualquiera de sus centros indistintamente. Esto es interesante ya que habrá veces que nos venga mejor uno u otro o, simplemente, por variar. La variación, ya sea de entrenamiento, compañeros o lugar, es siempre agradable en este «monótono» deporte.
Otras cadenas no permiten este «nomadismo» entre centros y, aunque sus razones tendrán, escapan al entendimiento del autor.
A) Pertenezco a una cadena y puedo elegir libremente cualquiera de sus centros para entrenar.
B) Pertenezco a una cadena, pero no puedo variar como a mi me gustaría.
C) Mi gimnasio tiene dos puertas y puedo elegir por cual entro.
Horarios
Un buen gimnasio cierra, como máximo, 14 festivos al año. El gimnasio ideal es aquel al que podemos acudir siempre que queramos, con independecia de nuestro trabajo o estudios. Un buen centro es el que se adapta a las necesidades de sus clientes y no viceversa. Por ejemplo, mucha gente trabaja entre semana y cuando realmente le podría apetecer más entrenar no es a las ocho de la tarde, cuando se encuentra cansada, sino el fin de semana. Algunos gimnasios tienen esto en cuenta y abren ya sus puertas todos los días.
Un centro en condiciones tampoco abre más tarde de las siete de la mañana ni cierra antes de las once de la noche. Por supuesto, los horarios deben ser respetados. Es indignante tener que esperar en la puerta, más si tenemos en cuenta que la mayoría de la gente dispone de poco más de una hora para llevar a cabo su entrenamiento.
Otro punto a considerar es el tema de los festivos. Algunos gimnasios no solo no dejan escapar festivo alguno, sino que hacen puentes o incumplen su horario con cualquier excusa, como que es el día nacional de Bulgaria y el hermano del vecino del dueño es búlgaro. Algunos gimnasios se piensan que son unas oficinas, por lo que se ve.
El colmo es no se molestarse en colgar un mísero cartel avisando de los cierres por puentes y otras causas.
Otra práctica extraña es la de cerrar a mediodía y suele hacerse en verano bajo no se sabe qué excusa (se entiende que será trabajar menos a cambio del mismo dinero). Algunos centros deportivos van aún más lejos y cierran toda la mañana. Por suerte, la proliferación de gimnasios hace que cada vez estos tengan que ser más serios.
A) Mi gimnasio siempre está abierto cuando quiero ir.
B) Supongo que el tema de los horarios entra dentro de lo razonable, aunque podría estar mejor.
C) No sé cuantas veces he ido y me lo he encontrado cerrado.
Cercanía
El gimnasio, mejor cuanto más cerca. Lo ideal es tener un centro en condiciones al que podamos acudir andando, pero como esto no siempre es posible, debería tener al menos buenas comunicaciones y facilidad para dejar el vehículo cerca.
A) Lo tengo al lado de casa.
B) Tardo un poco en llegar, lo normal.
C) Paso más tiempo yendo y viniendo que entrenando.
Instalaciones
Obviamente, cuanto más nuevo sea el gimnasio, mejor. Tendrá un aspecto más moderno, más limpio, etc. Hoy en día, debería haber vestuarios espaciosos en cada gym, en los que uno pueda cambiarse y colgar la ropa sin dificultades. Las duchas, deben ser espaciosas, individuales y con rejilla en el suelo. Deben contar con una percha cerca para dejar la toalla y con una jabonera. Tampoco está de más poder regular la temperatura del agua a nuestro antojo.
Debemos tener derecho a taquilla y, en ciertos centros, incluso disponen de servicio de lavandería.
Cuantas más comodidades tenga, como sauna, piscina, cafetería, etc., mayor será su calidad y las alternativas de uso. Aunque si solo nos interesa hacer pesas, puede que no nos importe escoger un gimnasio con menor número de extras y un precio más razonable.
A) Tiene más cosas de las que uso.
B) Echo de menos…
C) En el vestuario nos cambiamos dieciséis tíos en el mismo banco a la vez.
La calidad del material
Para empezar, las barras, aparatos, bancos, discos, etc. de tu gimnasio deben ser de gran calidad. De poco sirve tener una cantidad desorbitada de material si éste permanece fuera de uso la mayor parte del tiempo por encontrarse en mal estado. Recuerdo al menos un par de centros en los que la mitad de las máquinas de dorsal tienen la polea o la cuerda rota. Sin dudarlo, es preferible menor cantidad de utensilios pero de duración y seguridad mayores.
En otros gimnasios, el material se encuentra en tan malas condiciones que uno está más preocupado durante la serie de salir ileso que de llegar al fallo muscular. Hablo de bancos que cojean, soportes torcidos, cuerdas a punto de romperse, selectores de peso que salen disparados a mitad de serie, etc.
Lamentablemente en algunos centros, lejos de preocuparse por arreglar aquello que falla, lo dejan en la sala como un coche abandonado. Tal vez, en memoria de aquellos que entrenaron con el aparato en cuestión.
Un buen gimnasio es aquel que lleva un mantenimiento prácticamente diario.
Además, es importante que el material sea de nuestro agrado. No es lo mismo entrenar con unas máquinas de los años 80 que con unas modernas. También existen diferentes tipos de mancuernas, de discos, de barras, etc. y cuanto más concuerden estos con nuestros gustos, más disfrutaremos del entrenamiento.
A) El material se encuentra en perfectas condiciones.
B) Siempre hay alguna máquina estropeada, pero eso es normal.
C) Ya le he pillado el tranquillo a las cosas y, bueno, el estilo rústico a lo «Rocky IV» tiene su encanto.
La cantidad del material
En un buen gimnasio los clientes no deberían hacer cola para usar las máquinas que quieren. Como mucho, se podría tolerar el verse obligado a turnarse la máquina con una sola persona en las horas de máximo apogeo. Cualquier cosa que vaya más allá de esto, dice muy poco a favor de la calidad de un centro. Es inadmisible tener que esperar cinco minutos para usar un aparato.
Para conseguir que esto no ocurra, el gimnasio debe hacer la inversión oportuna y «repetir» algunas máquinas tanto como sea necesario. El problema al que se enfrentan algunos gimnasios pequeños es que, en realidad, no tienen espacio para meter nada más. Aquí deberá ser el cliente el que decida si no le importa hacer más colas que en Portaventura o ha llegado el momento de buscar algo mejor.
Otro problema al que se enfrentan sobre todo los gimnasios pequeños, es la reducida cantidad de discos. Un chico fuerte en sentadillas y otro en la prensa y todo el gym debe esperar para coger algo de peso. Cuando esto ocurre, el centro bien puede optar al calificativo de «cuchitril».
Un gimnasio decente debe tener discos y barras en cantidades incontables y de todas las modalidades (recta, Z, etc).
A) Siempre puedo usar el material que quiero.
B) Tengo que esperar de vez en cuando, imagino que es igual en todos los gimnasios.
C) Paso más tiempo esperando que entrenando.
Higiene
Un gimnasio debe estar limpio y punto. Debo reconocer que he acudido a unos cuantos «antros» donde se podían recolectar madejas de pelos en el baño y pelusas bajo los aparatos.
Lo máximo fue algunos insectos o mascotas del personal. A olvidar.
Los vestuarios deben estar impolutos, siempre equipados con jabón y papel (una inversión a la que muchos dueños se niegan a acceder). Otro aspecto que influye en la higiene del gimnasio es la obligación de usar una toalla durante el entrenamiento. Cuanto más laxos se muestren los dueños en torno a esto, mayores serán las probabilidades de encontrarse un banco empapado, algo desagradable.
A) No se puede comer sopa sobre cualquier superficie, pero casi.
B) Bueno, entiendo que va mucha gente y que no van a estar todo el rato limpiando.
C) Es un antro.
Orden en la sala
Casi tan importante como la higiene, es lo ordenado que se encuentre todo. ¿A quién no le da rabia pasarse el tiempo buscando dos mancuernas iguales?.
Como siempre, existen dos extremos. Uno es el de desorden total: imposible adivinar donde se encuentra tal barra, para sacar un disco de 5 kilos antes debes quitar cuatro de 20, los selectores de las placas parecen haber sido tragados por la tierra, etc.
El otro extremo es el de esos dueños tiquismiquis y que parece que van todo el día con el azúcar alto. Te dejas las mancuernas dos segundos en el suelo y te preguntan si son tuyas o que qué estás haciendo con ellas. No me lo invento. Tratas de hacer abdominales con un disco y te preguntan que a dónde vas con eso. En fin.
La virtud se encuentra, una vez más, en el término medio. Todo está ordenado y fácilmente accesible, a la vez que se te permite entrenar con total libertad.
A) Ya me gustaría que mi cuarto estuviese tan ordenado.
B) No está muy ordenado o son unos pesados.
C) ¿Alguien ha visto la otra de quince kilos?
Sonido
Dos problemas graves afectan a muchos centros: música tediosa y clases atronadoras de aeróbic.
El primer caso es fácilmente solucionable, basta con cambiar de cinta o emisora. Parece como si algunos gimnasios disfrutaran torturándonos con Luis Miguel o Celine Dion. ¿Por qué? ¿Acaso alguien puede entrenar duro con el último éxito de David Bisbal? No se trata de poner a Cannibal Corpse (aunque sería lo suyo), pero si algo más fuertecillo.
También considero un error grave el disponer de varios televisores por la sala y además tener que escucharlos. Si se trata de vídeos, aún podríamos hacer de tripas corazón con el canal de salsa. Pero cuando nos vemos obligados a escuchar las aventuras de «Gran Hermano» entre series, algo falla.
Otra molestia suele ser el excesivo volumen de algunas clases de aeróbic. ¿Realmente hace falta que trepide el suelo para hacer la uve? En algunos sitios, las clases están separadas o insonorizadas. Cualquier cosa que nos distraiga del entrenamiento es inadmisible.
A) Está todo bien: ni ruidos ni música molesta.
B) Podría mejorar.
C) No hay termino medio: aeróbic a 2000 decibelios o los mejores boleros de Luis Miguel.
La gente
No es lo mismo acudir a un gimnasio en el que reina el colegueo que uno en el que cada uno va a su aire. Tampoco se trata de pasar más tiempo hablando que entrenando, pero siempre es agradable poder intercambiar unas series con alguien o formar compañeros de entrenamiento esporádicos.
Algunos gimnasios están reinados por personajes que se dedican a agobiar o molestar al resto de clientes. Esto suele ocasionar grandes pérdidas de clientes.
El personal del recinto también debe formar parte de un ambiente afable. El o la recepcionista debe saludar al entra y salir y facilitarnos cualquier problema que tengamos. Es triste comprobar como en algunos gimnasios parece que te hagan un favor dejándote entrenar en él. Por el contrario, en otros el personal es realmente encantador.
Los monitores deben estar dispuestos a prestarnos su colaboración en cualquier momento, ya sea para aclarar una duda de entrenamiento, nutrición o completar una serie. Cuando nos encontramos con personal que no está a gusto con su trabajo, no podemos más que pensar que especie de dictadura les obliga a realizar una labor que detestan tanto. Cuando, por el contrario, el personal es agradable, nos sentimos más contentos e incluso entrenamos con más ganas.
A) Hay un ambiente agradable.
B) Está bien, lo normal.
C) Parece que te estén perdonando la vida a cada momento.
Asesoramiento personalizado
Cuando un principiante acude por primera vez a un gimnasio, alguien debería instruirle con unos mínimos conocimientos acerca de la realización de los ejercicios y en las bases de una alimentación que le permita lograr sus objetivos. No se trata de tener un entrenador y un dietista personales por la cuota de 30€, pero sí de recibir un mínimo de atención.
El tema de la nutrición parece dejarse completamente de lado, a no ser que uno acuda a un gimnasio «pijo» en el que le lleven la dieta. La única oportunidad de miles de principiantes es hacerse amigo del monitor para obtener algo de información, o bien buscarla por su cuenta en webs como cambiatufisico.com. El colmo ha sido observar como en algunos gimnasios cobran 3€ por confeccionar la típica dieta culturista (para nada personalizada), como si esto resultase un trabajo enorme y engorroso para ellos.
Luego está el asunto de desarrollar una buena técnica al entrenar. En algunos gimnasios los monitores comprueban impávidos como se realizan mal algunos ejercicios. Esto no debería ocurrir nunca. Un buen gimnasio es aquel en el que se ofrece toda la ayuda necesaria.
Incluso para la gente más avanzada, siempre es agradable recibir consejos y no pensar que realmente uno paga porque le dejen entrar a un recinto.
A) Tengo atención personalizada.
B) Si lo pidiera supongo que me ayudarían.
C) Nunca encuentro al monitor cuando lo necesito.
Otras actividades
Viene siendo usual que, con el precio de la mensualidad, se incluyan diversas actividades como aeróbic, spinning o artes marciales. Cuantas más actividades tengamos y más nos interesen, mejor será el gimnasio.
A) Estoy contento con la oferta.
B) Ya podrían poner….
C) Bueno, en mi gimnasio hay pesas y gracias.
Mayoría de respuestas A
El lugar al que vas se encuentra en tan buen estado y la atención es tan personalizada que uno se siente como Ivan Drago entrenado por los rusos. Existe alguna cosa que cambiarías, pero que no es realmente importante. El precio también te parece razonable por todos los extras que recibes. ¡Enhorabuena!
Mayoría de respuestas B
El tuyo es el clásico gimnasio de barrio: máquinas aceptables, agobiante a partir de las siete, ya sabes. No se puede esperar mucho más por la cuota que pagas. ¿Qué le vamos a hacer?
Mayoría de respuestas C
La mayoría del tiempo te sientes como Tom Hanks en «Esta casa es una ruina». Probablemente la única razón por la que acudes allí es porque has hecho buenos colegas o porque está cerca de casa. O igual ni eso.
¡Vete de allí antes de que se te desplome la prensa de piernas encima!