La gente normal que se ejercita lo hace para estar saludable y en forma, los deportistas para competir y los culturistas para ganar la mayor cantidad de músculo posible.
En cualquier caso, para conseguirlo se necesitan muchos meses de entrenamiento consistente, día tras día, sin que éste se vea interrumpido por lesiones o enfermedades.
Por desgracia, la mayoría no se da cuenta de la verdadera importancia que tiene el sistema inmunológico no sólo para mantenerse en buena salud, sino también para entrenar de continúo y progresar más.
Los expertos en medicina deportiva saben perfectamente que el éxito atlético depende, además del entrenamiento riguroso y de la óptima nutrición, de una actividad inmunológica superior.
Las estadísticas confirman una y otra vez que en Estados Unidos y Europa se pierden miles y miles de horas de trabajo y, por consiguiente, de millones de dólares debido a las bajas laborales. Y esas estadísticas no sólo se atienen a las personas sedentarias, sino también a los deportistas.
Todas esas infecciones se producen debido a un sistema inmunológico débil, y aunque esos episodios se consideran como algo «normal» e inevitable, en realidad no tendrían por qué serlo, especialmente en deportistas.
La seriedad de una lesión y el tiempo en que ésta se cura también dependen de la actividad del sistema inmune, de manera que éste está detrás de no pocas bajas por lesión.
Tienes mucha información sobre nuestro sistema inmunológico en Internet pero puedes obtener más datos en nuestro artículo El Sistema Inmunológico.
El ejercicio y su influencia sobre la inmunidad
Después de toda esta perorata os preguntaréis qué tiene que ver todo eso con vuestros deseos de conseguir músculos grandes. Pues tiene mucho que ver.
Se han llevado a cabo cientos de estudios acerca de cómo afecta el ejercicio físico a la inmunidad, y se sabe a ciencia cierta que existe una relación muy estrecha.
Paradójicamente esta vinculación puede ser positiva o negativa en virtud del grado de intensidad y duración de la actividad.
No sobrepases tu capacidad
Los estudios que han medido la respuesta inmunológica al ejercicio ligero o moderado han recogido sólo cambios suaves y temporales. Pero los estudios llevados a cabo después de esfuerzos intensos muestran efectos muy profundos.
Las concentraciones de monocitos en la sangre se triplicaron, lo cual indica un gran desafío inmunológico, y la respuesta proliferativa de los linfocitos se suprimió por completo, lo que sugiere que el sistema defensivo estaba saturado debido al trauma que produce el ejercicio intenso.
Incluso la actividad de las células naturales asesinas quedó suprimida durante horas después de una sesión dura. Y, con dicha supresión de estas células que forman la primera línea de defensa, el atleta queda expuesto a las infecciones.
Sin embargo, cuando el entrenamiento es adaptado a la capacidad del atleta, la respuesta inmune reacciona al ejercicio reforzándose y aumentando su actividad.
Tras revisar los análisis de diversos sujetas, se ha obtenido que los deportistas bien entrenados y en buen estado de salud poseen un mayor número de células naturales asesinas y un mayor nivel de actividad defensiva. También poseen un mayor número de monocitos.
Tanto los estudios realizados con animales como con humanos muestran claramente que cuando el programa de entrenamiento se diseña cuidadosamente de forma que aporte el suficiente estrés como para promover una mejora del rendimiento, pero sin ser tan exigente como para caer en el agotamiento, entonces el sistema inmune se ve reforzado.
La clave en la respuesta inmunitaria al ejercicio está en la intensidad y duración del esfuerzo con relación al sujeto.
Por ejemplo, en un reciente estudio se utilizaron a hombres jóvenes sedentarios a los cuales se pasó de su habitual nivel de actividad, cercano al cero, a realizar entre 40 y 50 minutos de ejercicio aeróbico cinco días a la semana. Para vosotros que estáis entrenados eso es una menudencia, sin embargo para ellos suponía un gran esfuerzo.
Después de 15 semanas la actividad de sus células naturales asesinas quedó del todo eliminada dejándolos, literalmente, sin protección inmunológica.
Este tipo de hallazgo ha sido confirmado una y otra vez por numerosos científicos que han podido constatar que cuando el ejercicio supone un reto excesivo al cual el cuerpo no puede
adaptarse, los mecanismos de defensa decaen hasta llegar incluso a quedar anulados.
En los atletas experimentados o de élite se ha podido igualmente constatar que el ejercicio dentro de sus límites de recuperación produce un reforzamiento de la actividad inmunitaria, pero cuando estos mismos atletas se exceden en su entrenamiento, como durante las fases de competición o al final de la larga temporada de partidos, experimentan el efecto contrario decayendo en picado su actividad inmunitaria.
La masa muscular y la actividad inmunológica
Los sistemas inmunitarios del cuerpo son muy complejos y se ven afectados por una gran variedad de factores. Los más destacados son el ejercicio o cualquier forma de tensión, la alimentación y las hormonas, entre las que la hormona del crecimiento juega un importante papel.
El exceso de oxidación celular reduce la actividad defensiva, mientras que todo lo que elimine estos efectos oxidativos la favorecerá.
Los culturistas, por regla general, se encuentran entre los deportistas con los mejores mecanismos de autodefensa, lo cual proviene de su tipo de actividad física y de la alimentación, ya que ésta acostumbra a ser rica en nutrientes que estimulan la inmunidad.
Por ejemplo, las vitaminas E, C, el betacaroteno, la coenzima Q10, los minerales zinc y selenio, así como los aminoácidos glutamina y arginina.
Más músculo, más inmunidad
Además, existe una relación directa entre la masa muscular y la actividad inmunológica.
Existen suficientes evidencias médicas que confirman que cuando en un enfermo de sida se consigue aumentar su peso magro corporal, sus defensas mejoran notablemente. El sida es una enfermedad que consiste en un virus que ataca a las células inmunológicas dejando, de esta forma, al individuo expuesto a cualquier enfermedad o infección que acaba matándolo, al carecer de mecanismos de defensa.
De hecho, el virus del sida no es en sí letal por sí mismo, sino que al aniquilar el sistema defensivo, el individuo que lo contrae acaba muriendo por quedar a merced de cualquier otra enfermedad. Estos pacientes también pierden gran cantidad de peso, lo que debilita aun más sus sistemas. Cuando mediante la administración de esteroides y otros procedimientos se logra que aumente el peso corporal limpio, también mejora, de forma notable, su sistema inmunológico y esperanza de vida.
Vigila lo que comes
Dejadme que os señale un punto relevante para el sistema inmune y para la nutrición.
Muchos culturistas no se dan cuenta que el largo tubo que va desde la boca al ano no forma parte del cuerpo propiamente, sino que es un canal por el cual los nutrientes y los microorganismos invasores son capaces de penetrar al interior del cuerpo a través de las paredes intestinales.
Ese tubo no es más que un conducto alrededor del cual se ha formado el cuerpo; por eso, todo lo que penetra por la boca ha de ser escrupulosamente seleccionado, ya que casi todas las infecciones y ataques invasores entran por ella, puesto que la piel forma una barrera infranqueable.